Hace 32 días, el 14 de junio, tres alianzas que competirán el 13 de agosto en las primarias abiertas en la provincia presentaron sus plataformas electorales, que no son otra cosa que la exposición del plan de acción política que ejecutarán en caso de acceder al poder. Es un requisito establecido en la ley nacional orgánica de partidos políticos (23.298), que establece que los partidos o frentes deben presentar ante el juez federal con competencia electoral la declaración de principios o bases de acción política conjunta (artículo 10 bis, inciso c).

Las plataformas revelan no sólo la ideología de los distintos espacios sino que constituyen, además, un mensaje al ciudadano sobre lo que se proponen hacer si son gobierno y, más que nada, implican un compromiso frente a los votantes que pueden reclamar o exigir que respeten y cumplan con lo que han propuesto para mejorar la sociedad y asegurar el bienestar general. Sin embargo, deben ser muy pocos los que se interesen en bucear en la página de la Cámara Electoral Nacional en busca de esos programas de acción; y leerlos.

Aquellos que lo hagan se pueden llevar una sorpresa, como que las diferentes coaliciones han presentado las mismas plataformas de hace dos años atrás, exactamente las mismas, textuales, calcadas. Si bien son declaraciones de principios y una exposición de meros objetivos, se puede entender que se mantengan fieles en sus líneas de pensamiento, pero resulta altamente llamativo que algunos ni siquiera le modifiquen ni siquiera una coma al documento. De tal forma, el cumplimiento normativo de elevar una plataforma se ve reducido a un simple copie y pegue de documentos guardados desde hace dos años atrás; los usados en la votación de las PASO de 2021.

Cabría plantear si el país es el mismo que hace 24 meses atrás y si los diferentes índices económicos y sociales son iguales como para reiterar las mismas propuestas de acción de hace dos años. ¿Acaso realmente no pasó nada como para proponer algo distinto, una idea nueva surgida por las nuevas vicisitudes de la sociedad? Hacerlo significa, en los hechos introducir, un párrafo nuevo, distinto.

Si Juntos por el Cambio va con dos precandidatos presidenciales a la competencia es porque los contendientes entienden que tienen reales chances de ser el próximo presidente, o de ser los que desplacen al ex Frente de Todos del poder; justamente porque el oficialismo no ha mejorado la realidad del país, o la ha empeorado.

He aquí una situación para detenerse y reflexionar sobre las plataformas electorales de ambos espacios, los dos que seguramente van a disputar el poder en octubre. Si uno tiene expectativas en triunfar porque el Gobierno hizo una mala gestión, empeorando respecto de 2021, ¿por qué no incorporar en el plan de acción nuevas propuestas surgidas al ritmo de los últimos tiempos? Sería razonable y hasta lógico que eso sucediera; sin embargo, en el texto que elevaron al juzgado electoral no aparece nada nuevo, nada distinto, las mismas pretensiones y metas que presentaron hace dos años. ¿Copie y pegue? Significaría que la Argentina, en la visión opositora -expuesta en la plataforma- sería la misma de hace dos años porque nada nuevo ofrecen. Paradójico.

Por el lado del oficialismo pasa casi lo mismo, pero a la inversa. Veamos. El freno a la chance de reelección de Alberto Fernández -admisión explícita de con que su gestión correría la misma suerte electoral de Macri en 20219- y la designación de Sergio Massa como el candidato del oficialismo para tener mejores chances en las urnas, implica reconocer que deben modificar la propuesta original para polarizar con la principal oposición. O sea, que no hicieron bien las cosas y que, por ende, deberían exponer nuevas propuestas en la plataforma electoral para intentar convencer al ciudadano que pueden mejorar.

Sin embargo, la plataforma presentada por Unión por la Patria en Tucumán es exactamente la misma que la de 2021. Paradójico. Oposición y oficialismo se copian conductas, y copian sus propias plataformas, no innovan, no añaden nada nuevo. Lo que muestra que las plataformas electorales están devaluadas, que constituyen un mero trámite electoral a sortear para obtener el reconocimiento de la Justicia y así poder participar de los comicios. Total, ¿quién va a leer esos documentos?

Bueno, alguno que otro lo podrá hacer, realmente interesado en las líneas de acción que proponen las distintas alianzas para sacar al país adelante, o a la provincia, porque vale para ambos planos. Eso sí, entrar a hurgar y comparar plataformas debe ser una acción que muy pocos se animen a llevar adelante. Si lo hacen, se toparán con estas sorpresas, con la paradoja de que el país y la provincia no son las mismas que hace dos años atrás y, sin embargo, las propuestas electorales, plataformas políticas o declaraciones de principios siguen siendo las mismas. Algo cambia, sí. Las firmas de los apoderados o representantes de los distintos frentes, especialmente en Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, no son las mismas, lo mismo que los partidos que integran las respectivas coaliciones.

En el caso del oficialismo, las cinco páginas de la plataforma son exactamente iguales, sin una coma o una palabra de más o de menos; sólo difieren en un párrafo, el último. En la de hace dos años la pandemia estaba vigente y, por lo tanto, se hacía una mención a la salud pública y a los trabajadores del sector. En el caso de Juntos por el Cambio, los 10 puntos del documento son exactamente los mismos, están calcados, como si nada nuevo hubiera pasado en la realidad nacional o provincial que merezca añadirse en los objetivos.

Son los mismos de hace dos años, lo que revela que no tuvieron éxito en ninguna de las metas propuestas, indicativo de cierto fracaso político o de escaso poder para alterar el escenario que se critica. Lo mismo se puede concluir respecto del oficialismo, ya que si los objetivos son los mismos de hace dos años implicaría que no se pudo concretar alguno de los planes previstos. O sea, también han fracasado.

Se trata de un fracaso colectivo, porque si unos y otros reiteran sus propuestas de antaño lo que realmente están reconociendo es que no pudieron cumplir con el plan de acción que le prometieron a la ciudadanía. Y que insisten con lo mismo. Es una lectura posible. La otra, tal vez peor, es que ni les interesa redactar un nuevo programa, van y meten mano a lo ya escrito y lo presentan para superar un obstáculo administrativo. De una u otra manera están en falta.

Sin embargo, no sólo a estas dos estructuras les caben estas observaciones, ya que en la misma situación se encuentra el Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad. En este caso, todo es exactamente igual, una copia fiel en cuanto a la redacción y a las firmas a la de hace dos años, a no ser que se haya cometido una equivocación en el juzgado electoral y se haya reiterado el mismo documento de seis hojas. Por lo menos en la página de la Cámara Electoral Nacional se observa la misma copia. Como sea, las plataformas electorales, esos textos donde las estructuras partidarias y frentes electorales oficializan sus compromisos de gestión en caso de llegar al gobierno, han perdido el valor político que deberían tener. Se han convertido en papeles que solamente tienen valor para atravesar un capítulo administrativo en el proceso electoral.